Abducido por la realidad, Pedro queda absorto, en estado casi inanimado, rechazando en su matriz la idea que se le presenta de manera espontanea; la teoría de la incertidumbre lo paraliza sin darle la chance de canalizar su frustración mediante los deshechos de algunos iones desde los capilares hacia el interior del túbulo (en la zona distal, claro esta). Esto lo mortifica de tal manera que expulsa rabia por sus poros cual uranio empobrecido en una falla molecular.

miércoles, 28 de enero de 2015

Se lo llevaron los demonios

Tartamudo como el golpear del tren, balbuceaba frases inentendibles; las escupía como espesa saliva de borrachera, las vomitaba como sangrante coagulo estomacal. Nadie entendía sus frenéticas palabras, no creo que llegaran a significar algún concepto coherente, solo heréticas tribulaciones de un maniático febril, con salvaje mirada perdida y desorientada. Los comensales se reían de su desesperación, se burlaban abiertamente de sus recónditos tormentos que fluían como un chorro de agua de su despoblada boca purulenta. De pronto un golpe mal dado da de lleno en la cabeza del desquiciado, dejándolo embotado por unos minutos; una atronadora carcajada general explota en el aire. Su cabeza le duele horrores, sus pesadillas se arremolinan todas juntas propiciando ese terrible huracán que las píldoras consiguen contener, la sangre bulle en sus venas hinchadas por el odio.

Sangre, sangre salada que brota a raudal de los restos irreconocibles; las Erinias vengadoras otra vez interfieren con su tratamiento; la salida del Hades cada vez esta mas lejos, se dice mientras enjuga sus manos carmesí.

Richard Zaratustra

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